En tres meses, Trip Publicidad pondrá en el aire In Store Channel, circuito cerrado de televisión para el canal minorista. Las pantallas de televisión serán instaladas en cadenas de farmacias que ya pusieron la firma: TKL, Selma, Farma 10 y Vasallo, ubicadas en Capital Federal y GBA.
Lo que verán los clientes cuando entren a un local de estas marcas serán producciones auspiciadas por laboratorios de productos de venta libre. Y si bien la compañía no adelantó quiénes serán de la partida, se prevé que Unilever, Bagó, Janssen Cilag y Bayer ya estén ensayando algún tipo de pauta comercial. El circuito será visto por 175.000 personas por mes y llegaría a 2 M en el mediano plazo.
Es que, en este caso, cuentan con un volumen importante de clientes cautivos: aquellos que deben sí o sí acceder a consumir los medicamentos recetados por la seguridad social. Ese es el momento en que Trip espera ajustar toda su artillería de marketing para lograr que el cliente realice una compra que no tenía prevista antes de entrar a ese negocio.
Este desarrollo hace recordar el sistema que funciona en la red de subterráneos porteña –SubTV-, en la que los clientes dedican varios minutos a mirar atentamente la pantalla mientras esperan el metro. Al igual que en el subte, los canales estarán emitiendo todo el tiempo que la farmacia esté abierta. En este caso, y según la cuenta de Trip, sería visto por más de 350 mil personas por bimestre, aunque el objetivo es llegar a dos millones de clientes mensuales en el mediano plazo.
En las pantallas titilarán no sólo los comerciales que están en el resto de los medios masivos, sino también producciones especiales como infomerciales o documentales. “Para desembarcar en las farmacias, sus dueños no tienen que poner un solo peso”, afirma Carlos Carboni, director de Trip. La idea es que la farmacia se vea beneficiada porque eleva su ticket promedio, al tiempo que tendrá la chance de cerrar algunas pautas propias, y Trip ganará a partir de la inversión que las empresas de consumo masivo realicen en publicidad.
Por Cristina Kroll