El principal objetivo del desarrollo es producir proteínas humanas que se transformen en medicamentos fabricados a un costo menor.

El teléfono de Marcelo Arguelles, número uno del Grupo Sidus en la Argentina, no deja de sonar. Es requerido por infinidad de medios internacionales que, a pesar de la mala fama de la Argentina, encontraron una buena noticia proveniente de nuestro país. El hecho, resonante fue el nacimiento de Pampa, la primera ternera gestada en el país a partir de la clonación.

¿Cuándo comenzó a desarrollarse este proyecto?

-Este proyecto fue iniciado por Bio Sidus hace más de seis años y la etapa actual es sólo la primera de una serie orientada a la producción de proteínas recombinantes a alta escala. El proyecto ubica a la Argentina entre la escasa docena de países que han sido capaces de obtener clones vacunos. El principal objetivo de este desarrollo es la producción de proteínas humanas que se transformarán en medicamentos producidos a menor costo.

¿Cuál fue la inversión que realizó la compañía?

-El valor de este proyecto debe mensurarse no sólo por la inversión que demandó -cerca de u$s2 millones– sino también por los intangibles, imposibles de medir, que son los que hacen realidad estos emprendimientos: el conocimiento, el tiempo y la capacitación de los científicos que participaron en su desarrollo.

¿Cuáles son los planes de la compañía en un cuadro como el actual, que no ofrece garantías de crecimiento?

Bio Sidus tiene 22 años de vida. Pasamos por todas las etapas: recesión, hiperinflación y ahora este mix de todas las depresiones juntas. Sin embargo, nuestro objetivo es de largo plazo. Apostamos a la inversión de riesgo. Además, a mí me gusta destacar que todos nuestros desarrollos nunca han recibido ayuda del Estado. Quiero aclarar que esto recién comienza. Hay veinticuatro preñeces concretadas, por lo cual pronto se presentará a Pampa II, a Pampa III y así sucesivamente. Con estas nuevas criaturas esperamos el nacimiento de la primera ternera clonada y transgénica obtenida en Latinoamérica. Su leche no será para tomar, sino para producir hormonas de crecimiento en mayor volumen. La idea es dejar de producirlas con los métodos tradicionales, ya que con un rodeo de unas quince vacas podríamos tener hormonas suficientes como para abastecer a toda América latina.

¿Cuál es la mirada internacional respecto de este desarrollo surgido en un país que aparece como “poco serio”?

-Usted tiene que pensar que la compañía exporta más de 75% de su producción desde sus inicios. De hecho, nació mirando hacia los mercados externos y hoy sus productos llegan a más de treinta países. Nuestra droga eritropoyetina lidera en América latina y, a partir del 2004, también entrará en Europa, para competir por las patentes de biogenéricos. Por eso, esperamos tener lista una nueva planta en el 2003, que demandará una inversión de u$s30 millones.

Una veta que tiene 20 años

El grupo liderado por Marcelo Arguelles le vio la punta al ovillo hace dos décadas. Hasta ese momento, la industria farmacéutica local sólo se dedicaba a desarrollar productos a través de la síntesis química. El holding innovó: comenzó a aplicar elementos biológicos en los que buscaba replicar sustancias que el cuerpo contiene naturalmente, como la insulina, por ejemplo.

Bio Sidus, que el año pasado facturó u$s48 millones, forma parte del grupo de empresas farmacéuticas Sidus en el que trabajan cerca de 1.000 personas y que el año pasado facturó unos u$s170 millones. En la unidad Sidus se desarrollan los medicamentos bajo receta; Lasifarma es la división de productos de venta libre, entre ellos Tafirol y Medex; Tecnoplant está dedicada a la biotecnología vegetal, y SD distribuye medicamentos en forma directa a 40% de las farmacias del país.

Cuenta con una red de licenciatarios en más de 30 países que llevan al mercado sus productos. Bio Sidus tiene su planta operativa en el barrio de Almagro, pero el proyecto es que se instale en Pilar, donde están asentadas el resto de las empresas del grupo.

Por Cristina Kroll

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