La ministra de Industria Débora Giorgi se reunió con los directivos de Cassará, Denver y Raffo. Además de Giorgi participó el secretario de Industria, Javier Rando y por el wing de los laboratorios el propio Jorge Cassará, gerente general de Pablo Cassará, y su gerente general, Jorge Vega. Se sentó también el gerente general de Raffo, Jorge Belluzzo, y Luciano Tombazzi, por Denver Farma.
Las compañías reflejaron una inversión que ronda los u$s 10,2 millones en sus respectivas plantas productivas.
Aunque el que se destaca es Cassará que está destinando u$s10 millones para la construcción de su planta de producción de aerosoles en el barrio de Mataderos. En diálogo con Pharmabiz, el titular del laboratorio Jorge Cassará, dijo que estiman ponerla a punto en el próximo semestre.
Cassará explicó que determinaron pasarse al isobutano que no daña la capa de ozono. Esto fue discutido con el equipo técnico del protocolo de Montreal, el que había determinado cambiar el freón por otros gases.
Otro que fabrica aerosoles es el nacional Denver que destinó u$s 2 millones para llevar su producción de 600 mil unidades anuales de inhaladores a 4 millones en su planta de Garín.
Desde Industria destacaron que «el laboratorio Pablo Cassará es hoy el mayor productor de aerosoles medicinales para inhalación de Iberoamérica, con una facturación anual de $390 millones».
De la reunión también participó Raffo que explicó un desembolso de u$s 200 mil en razón de que terceriza su línea de aerosoles.
Giorgi destacó que Argentina es pionera en el segmento de aerosoles, con una participación nacional de casi el 100%” de la oferta.
Otros de los fabricantes de aerosoles que producen en la Argentina son la norteamericana Atlas – comprada por Abbott– y la gigante 3M.
LA PRIMERA PLANTA DE AEROSOLES MEDICINALES SE LLAMO AEROFRENE Y ESTABA UBICADA EN LA EN LA RUTA 8 Y LA 197.
LOS DUEÑOS DE LA PLANTA FUERON GUSTAVO BUTELMAN Y JUAN SCALESCIANI, DUEÑOS DE PINAL PHARMA.
Especiales felicitaciones a los directivos del Laboratorio Pablo Cassará por su decisión de optar por un propelente que no solo no daña la capa de ozono, sino que también tiene un muy bajo potencial de calentamiento global.