Los ingredientes exóticos están en el centro de las estrategias de las gigantes de consumo masivo. Así Unilever apeló al matcha, para cazar a nuevas consumidoras que se salen del molde. Se trata de un ingrediente más asociado a las herboristerías que al canal de perfumerías y farmacias.
La góndola de los champúes está repleta de variedades que apuntan al tipo de pelo a lavar, o al estilo de peinado a conseguir. Pero ahora, las gigantes del consumo masivo están intentando sacar partido de los ingredientes exóticos.
Por caso, en este último trimestre del 2019 la angloholandesa Unilever -que este año estrenó CEO en el país- lanzó Dove Matcha, una línea que responde al concepto Nutritive Secrets, cuyo truco es apelar a rituales caseros de distintas regiones del mundo ricas en tradiciones, tales como India, Japón y el Amazonas.
La compañía presenta el «rango matcha» y con ello planta bandera con un nuevo activo diferencial más asociado a las herboristerías que a las perfumerías y farmacias, y que pone el ojo en una consumidora interesada en las culturas milenarias.
La familia de productos está conformada por siete referencias orientadas al cuidado del pelo y del cuerpo: un champú; un acondicionador; un jabón líquido y otro en barra; una crema corporal y dos antitranspirantes. Otras de las líneas que compiten en esta franja son Fructis, de la francesa L’Oréal; y Herbal Essences, de P&G.