La droguería se presentó a concurso preventivo con un pasivo de $24 millones. En el futuro espera dejar de lado los contratos de tipo capitados.
La Droguería Dronor, especializada en el nicho de los medicamentos oncológicos, se encuentra en plena negociación con sus proveedores para poder remontar su pasivo. Es que su cartera de clientes está conformada principalmente por las obras sociales gerenciadas por los sindicatos y aquellas que dependen de los Estados provinciales. Y este tipo de entidades, en su mayoría, cayeron en quebranto después de la devaluación. El conjunto de la seguridad social hoy mantiene una deuda de varios millones de pesos con la industria farmacéutica local.
Eduardo Cassol, el número uno de Droguería Dronor, dijo a Infobae que uno de los motivos principales que arrastró a la compañía se relaciona con el sistema de contratos capitados que prevalecieron en el sector. Este tipo de contratos se caracterizan por calcular el gasto promedio de una comunidad de paciente nucleados en una misma obra social o prepaga. Con indicadores tales como la edad, la historia clínica y el contexto socioeconómico se estima el consumo promedio de medicamentos para cada potencial usuario. Con estas cifras en la mano, las obras sociales acuerdan pagos fijos en forma mensual, de acuerdo con los cálculos realizados.
Este modelo resultó exitoso durante los ’90, cuando las partes podían sacar cuentas para el mediano plazo. Sin embargo, Cassol afirma que en el futuro esperan dejar de lado los modelos capitados y negociar nuevas formas de comercialización en los que los plazos de pago se reduzcan a las nuevas exigencias del mercado.
Los oncológicos son los productos de más alto costo en el mercado de las medicinas. Su precio promedio oscila los $128 y la legislación local prevé una cobertura del 100% a través de obras sociales y prepagas. Y por ser medicamentos de precio elevado y baja rotación, en general no se encuentran en las farmacias, ya que los puntos de venta no pueden afrontar stocks con ese nivel de precios.
También sucede que en ocasiones están disponibles en las propias obras sociales que le compran en grandes volúmenes a las droguerías o a los laboratorios que los manufacturan. Uno de los clientes destacados de la Droguería Dronor era el IPAM -la obra social provincial de Córdoba, a quien le suministraba drogas oncológicas, inmunosupresores para trasplantados, fármacos para hemofílicos, fibroquísticos y retrovirales para pacientes con HIV sida. La cápita con los cordobeses era de $2,5 M en concepto de medicamentos destinados a cubrir las necesidades de sus 465 mil afiliados. Entre los competidores de Dronor figura la droguería Rosfar de Rosario, Drofasa, Manes de La Plata y la droguería Meta. Esta última ya pasó por un proceso similar al de Dronor, y en la actualidad un grupo de laboratorios se está haciendo cargo de administrar su quiebra. Entre ellos se encuentra Pharmacia, Labinca, Schering AG, Teva Tuteur y Raffo. Las fuentes consultadas por Infobae admiten que en el futuro tenderían a desaparecer los intermediarios en el negocio de los oncológicos. Dicen que el negocio no da para que participen tantos actores en la cadena.
Por Cristina Kroll