El laboratorio Biosidus celebra su 40° aniversario, con la innovación y la internacionalización en la industria de farma como pivotes. La empresa convocó en una velada a todo el ecosistema que hace a la labor y a la trayectoria de la compañía en la Argentina y en el mundo.
El número uno de Biosidus, Mariano de Elizalde se puso al micrófono ayer por la noche en una reunión que la compañía organizó a fin de celebrar y poner en valor sus 40 años de recorrido.
Sobre el escenario, el ejecutivo trazó el mapa de la historia, el presente y el futuro de la compañía de matriz biotecnológica. En la velada, desarrollada en el espacio Nómade F&D, en el barrio porteño de Palermo, se dieron cita el staff de la compañía, referentes de la industria, funcionarios de Gobierno y otros actores que hacen a la labor diaria de la compañía. Allí también participó el equipo de Pharmabiz.
De Elizalde hizo un repaso remontándose a los inicios de la compañía en la década de 1980. Fue cuando la inversión en biotecnología era una especie de quimera. En este sentido, remarcó la visión de largo plazo de la compañía, poniendo a Biosidus como un ejemplo de inversión y de apuesta a futuro.
El ejecutivo definió a los dos pilares que hacen a la firma: la innovación y la internacionalización. De hecho, en la actualidad, más del 70% de la operatoria de Biosidus se corporiza fronteras afuera. Esto incluye a mercados en África, en Medio Oriente y en Asia. Y según fue expresado anoche, se sustenta en una red de partners y distribuidores en más de 50 países. El gran salto a su vez fue la reciente apertura de filiales en América Latina, tales como las de México, de Colombia y de Ecuador.
Y tanta es la relevancia de los mercados externos que la empresa graficó su labor mediante un video en el que se reflejaba toda su operatoria internacional a través de un avión que recorría cada uno de los destinos. Así, voló por Colombia, con Jorge Ospina, gerente de Medicamentos en Sanotas; por Panamá, con Gustavo Orlando, responsable de Blue Star Pharma; por Dubai, con Noushad Abdurahiman, CEO de TheSAY Pharma; por República Dominicana, con Henry Suárez, presidente de Suiphar y Pharex; por Tailandia, con Suwannee Poonapanont, de Berli Jucker; y por Túnez, con Sami Chaieb Ach Vedi, de Ach-Vedi.
De Elizalde remarcó a su vez que Biosidus se consolidó como una de las primeras biotecnológicas latinoamericanas y pioneras en apoyarse en la tecnología de ADN recombinante. Desde sus comienzos se ha posicionado en el mercado de los biosimilares, generados a partir de técnicas recombinantes. A raíz de este proceso, la empresa logró la producción simultánea de siete proteínas humanas recombinantes, un caso único en América Latina.
El número uno de Biosidus también resaltó que el crecimiento de la firma se sustenta en dos patas: una orgánica, con desarrollos y productos propios; y una inórganica. Esta última se sostiene sobre la decisión, tomada en los últimos años, de crecer mediante partnerships con otras compañías. Tal es el caso del deal anudado con la suiza Sandoz. A través del mismo, desde el 1° de julio, Biosidus se quedó con la representación del portafolio de la multi en el país, integrado por 17 productos, lo que incluye biosimilares y productos de síntesis química. Ver artículo deal.
De cara al futuro y en pos de hacer frente a los planes de crecimiento, de Elizalde puntualizó la necesidad de invertir en áreas claves, tales como la ampliación de la capacidad productiva. «A partir de la demanda de todos los clientes en el mundo, invertimos casi u$s 15 millones en nuestras plantas, a efectos de incorporar tecnología y automatizar los procesos«, precisó. Esto es a fin de estar a la altura de los últimos standards regulatorios.
En la reunión participó el equipo que conforma el Directorio de Biosidus. Allí se dieron cita Hugo Sotelo, director médico; Guillermo Battolla, director de Asuntos Corporativos y Recursos Humanos; Mario Koch, director de Operaciones Comerciales Argentina, Paraguay y Uruguay; Verónica Grimoldi, director de Asuntos Regulatorios y Farmacovigilancia; Marcelo Criscuolo, director de Aseguramiento de la Calidad; Javier Swiszcz, director de Legales y Compliance; y Javier Galante, director de Administración y Finanzas.
También asistieron representantes de la Cámara Argentina de Biotecmología, de la que Biosidus es miembro; de la CAPDROFAR, la cámara que nuclea a fabricantes de materias primas y de la que también participa Biosidus en su calidad de productor de APIs. Hubo también presencia de directivos de la cámara industrial CILFA, a la vez que de representantes de la Secretaría de Economía del Conocimiento y de la ANMAT.
Para hacer una mirada retrospectiva, hay que recordar que Biosidus tiene su origen en el laboratorio Sidus, empresa farmacéutica argentina fundada en 1938 por Antonio y Miguel Argüelles. Al principio, en la década del ’80, era apenas una división interna de Sidus, hasta constituirse en 1983 como una empresa separada, aunque controlada por Sidus. La firma fue una las primeras empresas en obtener bovinos clonados y transgénicos y en construir organismos genéticamente modificados con fines terapéuticos.
A partir de la mitad de los años ’90, Biosidus adquirió capacidades relativas al desarrollo de animales de granja como biorreactores o plásmidos utilizables en el campo de la terapia génica. Asimismo, a lo largo de la década del 2000 y hasta la actualidad, la empresa emprende múltiples proyectos, casi siempre en colaboración con institutos públicos de I+D.
Cuatro décadas de historia
En sus inicios, Biosidus concentró sus esfuerzos en las proteínas, comenzando por el interferón. Así, logró en 1982 la producción del interferón leucocitario. Al poco tiempo obtuvo la misma proteína con la técnica de ADN recombinante, de menores costos de producción respecto a la técnica bacteriana. Esto llevó a Biosidus a aprender y perfeccionar ambas técnicas simultáneamente, y lograr en 1989 la producción de interferón recombinante.
La introducción al mercado en 1990 de la eritropoyetina (EPO) se constituyó en un hito para la firma. De esta manera y según lo explicó la empresa, Biosidus logró lanzarla al mercado apenas un año después de que lo hiciera la norteamericana Amgen, la primera biotecnológica en desarrollar la EPO recombinante humana.
El Interferón continuó siendo objeto de investigaciones y desarrollos durante los años ’80. En 1992 fue lanzado al mercado el interferón alfa 2b y en 1996 el interferón alfa 2a, de aplicación terapéutica similar, en virología, oncología y hematología. El desarrollo del factor estimulante de colonias de granulocitos (G-CSF) comenzó en 1991, contemporáneamente al lanzamiento de la EPO.
En ese marco, Biosidus desarrolló dos variantes de esta proteína que acompaña los tratamientos contra el cáncer: el lenograstim y el filgrastim, llegando al mercado en 1995. El desarrollo de la hormona de crecimiento humano (hGH) comenzó a principios de los 90; en 1995 se realizaron estudios farmacológicos y de toxicidad y ya en 1997 fue lanzada al mercado.
En su desarrollo tuvo un importante rol el doctor Juan Dellacha, uno de los referentes nacionales en el estudio de dicha hormona. El interferón beta, usado para tratar la esclerosis múltiple, representó otro logro destacado de la firma, ya que a diferencia de otras proteínas su escalado y purificación presentaban mayor complejidad. Luego, en 1999 se comenzó a aislar el gen y en 2005 salió al mercado el producto, convirtiéndose Biosidus en la quinta empresa del mundo capaz de fabricar dicha molécula.
En 2010, la compañía toma un rumbo independiente, separándose de Sidus y siendo liderada por la familia García Belmonte – Baya. A partir de este cambio, se consolidó la expansión internacional. En junio 2018, se incorporó ACON Investment como accionista mayoritario, quedando junto a Santiago García Belmonte, el único accionista que permaneció de la familia originaria.
Biosidus opera desde un centro logístico en Quilmes, dos plantas productivas situadas en Almagro y Bernal, y una oficina corporativa en Munro. El laboratorio está enfocado en el desarrollo de nuevas patentes relacionadas con nuevas moléculas para el tratamiento de enfermedades huérfanas o de escasa prevalencia, con tres nuevas marcas concedidas en cuatro países y más de 10 marcas en trámite.
Durante el 2022, sus proyectos se enfocaron en la continuidad del desarrollo biosimilar agalsidasa beta -biosimilar de Fabrazyme– para el tratamiento de la enfermedad de Fabry. Después de haber cumplido con la etapa de ensayos preclínicos, se comenzaron los estudios clínicos en personas voluntarias sanas, es decir en Fase I, ya aprobados; y en pacientes con enfermedad de Fabry, para Fase III.