Argentina es una de las pocas naciones de la región que no adhirió al Tratado de Cooperación en Materia de Patentes. Los laboratorios nucleados en CILFA creen que esto se constituye en una ventaja diferencial para la Argentina. Y resaltan que nadie en el Parlamento los convoca para debatir este tema.

La Bolsa de Comercio de Buenos Aires fue escenario ayer de un encuentro que estuvo centrado en los asuntos de patentes y la industria nacional.

El que abrió el debate fue Eduardo Macchiavello -presidente de CILFA- quien puso sobre autos a la audiencia explicando que desde junio del corriente año se ha reavivado la discusión en torno a si Argentina debe encolumnarse o no en el PCT, el Tratado de Cooperación en Materia de Patentes o Patent Cooperation Treaty, su expresión en inglés.

El ejecutivo remarcó algo básico. Avisó que nadie en el Parlamento argentino ha convocado a la industria farmacéutica local a fin de escuchar su mirada en pos de contribuir al debate público.

Más tarde en el evento en el que estuvo presente Pharmabiz, el director ejecutivo del South Centre de Ginebra, el argentino Carlos Correa, explicó que el PCT si bien nació en 1966 entró en vigencia en 1978 en tan solo 18 países. Y fue recién en la década del ’90 que cobró vigor hasta la actualidad en que adhirieron 152 Estados. Ver países miembros.

El principal objetivo del PCT es buscar protección de patente para una invención en muchos países al mismo tiempo mediante la presentación de una solicitud internacional. Pero además el tratado permite la inscripción de patentes secundarias, lo que en Argentina no está permitido en función de una resolución conjunta del 2012.

Correa también puntualizó que en los casos de varios países en desarrollo, fue de forma compulsiva en que tuvieron que alinearse bajo el PCT. Y en ese grupo puso como ejemplo a Perú, quien dijo, se subió obligadamente al integrarse al Tratado de Libre Comercio en 2009.

Dejó en claro que el 85% de las solicitudes de PCT se originan en 10 países desarrollados. Y los que están a la cabeza son Estados Unidos; Japón y Alemania. Por lo que según su enfoque, se trata de un acuerdo que solo beneficia a dichos países. Uno de los principales argumentos a favor de encolumnarse en el PCT, es la economía de escala que se genera a través del pago de un sólo trámite que permite la inscripción en más de 150 mercados. Pero esto en si mismo es una paradoja. Ya que son los países sub-desarrollados los que menos patentes propias tienen y por tanto esto no deriva en una ventaja para este grupo de naciones.

La iniciativa se encuentra en la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, después de haber estado planchada desde 1998. La presidenta de la comisión, Cornelia Schmidt Liermann estaba invitada ayer. Pero pegó el faltazo y envió una misiva en la que dejaba asentada su posición. Ella dice que hay que subirse a toda costa.

A su turno, Alberto Álvarez Saavedra -el secretario de la Unión Industrial Argentina y representante de CILFA en la entidad- dijo que el tema del PCT es muy delicado y que en torno suyo hay muchas facetas para analizar. Por caso mencionó que hace 15 años, la mayoría de las nuevas moléculas eran generadas por las big pharma globales. Sin embargo, resaltó que este panorama cambió por completo y que en la actualidad la mayoría de los productos estrella nacen en una start up o pequeña biotecnológica de última generación.

Y es a través de este ejemplo, en que se expone con claridad la poca conveniencia del PCT. El directivo de CILFA detalló que resulta corriente que dichas start ups soliciten su inscripción en este esquema de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). Y ya que la Argentina no forma parte de tal bloque, deberían realizar una inscripción por separado, para lo que disponen de 12 meses. Es esa la instancia en que la mayoría no cumplimenta ese trámite porque no considera al país como un mercado clave.

Luego este tipo de empresas son mayormente adquiridas por las big pharma, y cuando las gigantes farmacéuticas caen en la cuenta, la patente ya entró en dominio público. Es esa la ventana que tienen los laboratorios argentinos, que al no formar parte de este esquema pueden hacer uso de las innovaciones para competir en el mercado local.

Por último Álvarez Saavedra remarcó que «Argentina tiene la salud que tiene gracias a la industria farmacéutica nacional», ya que los laboratorios multinacionales venden a «transfer price». No pueden modificar sus precios internacionales ya que desde la casa matriz, les impedirían que los mismos estén subvencionados por otras filiales.

Del encuentro, en el que se llevó a cabo una mesa de debate, también participó el diputado nacional Carlos Brown. Asimismo Ken Shadlen, el director del Departamento de Desarrollo Internacional de la London School of Economics, encabezó una presentación sobre las patentes secundarias y los desafíos por venir.

Eduardo Macchiavello, presidente de CILFA.

 

El evento estuvo centrado en las patentes y la industria nacional.

 

El mismo se realizó en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.

 

En el encuentro se llevó a cabo una mesa debate.

 

Carlos Correa, director ejecutivo del South Centre de Ginebra.

 

Carlos Brown, diputado nacional.

 

Ken Shadlen, de la London School of Economics.

 

Alberto Álvarez Saavedra, representante de CILFA.

 

Créditos Fotos: Hernán Mombelli

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Las patentes farmacéuticas en el centro del debate. Mirá el informe. #Patentes #Medicamentos #PCT #IndustriaFarmacéutica #Debate #Parlamento #CILFA #UIA #Propiedad Intelectual #Pharmabiz

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Cristina Kroll
Fundadora y Directora [email protected]

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